ENTRENAR LA LENGUA de Lucille Clifton



Poemas sobre la raza y el género
estas caderas son caderas grandes / necesitan espacio para andar / por ahí. no caben en
rincones / pequeños y mezquinos. estas caderas / son caderas libres. / no les gusta tener que
contenerse. / estas caderas nunca fueron esclavizadas, / van adonde les vaya en gana ir, /
hacen lo que les venga en gana hacer. / estas caderas son caderas fuertes. / estas caderas son
caderas mágicas. / las he visto hechizar y hacer girar / a un hombre como un trompo.
Así escribe Lucille Clifton en Homenaje a mis caderas, haciendo un uso restringido, económico
de las palabras. Sus poemas carecen casi por completo de signos de puntuación y mayúsculas,
lo que hace necesario detenerse en la lectura –a viva voz- para capturar la musicalidad del
original, el idioma propio de Lucille, su poderosa sensibilidad. Este poema, un emblema de su
obra, forma parte de Entrenar la lengua, antología de esta poeta y profesora afroamericana
nacida en Nueva York en 1936 y muerta en Baltimore en febrero de 2010.
En edición bilingüe, con traducción del argentino Ezequiel Zaidenwerg, el libro publicado por
elefante nos introduce en una escritura breve y sin artificios que aborda las temáticas
recurrentes en la poesía de esta autora prolífica que ha dicho “acaso vengamos al lenguaje y
no a la vida”: raza, género, familia, lengua.
Leemos en la contratapa: “hija de una poeta que no pudo publicar sus poemas porque su
marido se opuso y nieta de una esclava secuestrada al oeste de África, Lucille Clifton atendió
su pasado con agudeza y supo traducir en la escritura la música del orgullo y cultivar su propia
visión sobre ser negra y ser mujer”.
Clifton fue la primera autora/ autor en tener dos libros de poesía elegidos como finalistas para
el Premio Pullitzer: Good Woman: Poems and a Memoir, 1969-1980 (1987) y Next: New
Poems (1987) y ganó entre otros importantes galardones el Premio Nacional de Literatura
por Blessing the Boats: New and Selected Poems, 1988-2000.
Ha sido reconocida por sus pares, como la poeta y experta en poesía afroamericana Elizabeth
Alexander, quien destacó en el New Yorker su habilidad para ”escribir poemas físicamente
pequeños con enormes y profundos mundos interiores”. Y podríamos agregar que también ha
sabido ser la voz de un “nosotras” con la misma enorme profundidad.
Ella está soñando
a veces / el mundo entero de las mujeres / parece un paisaje de / sangre roja y cosas / que
tienen que sanar, / los miedos todos / miedos de la carne; / ¿se va a abrir / ¿o cerrar? / ¿va a
cicatrizar / ¿o va a seguir sangrando? / ¿va a vivir? / ¿va a vivir?/¿va a vivir y / él la va a
asesinar o / va a casarse con ella?
En una de las últimas entrevistas que brindó, Lucille Clifton decía: “escribir es una manera de
mantener la esperanza… quizás para mí es una forma de recordar que no estoy sola”.
Débora Lachter